El doctor Andoni Garritz Ruiz fue alumno del Colegio Madrid desde la primaria hasta su egreso del bachillerato en 1966.
Durante las décadas de 1980 y 1990 fue profesor del bachillerato, pero sobre todo maestro de maestros y maestras, fue miembro de la asamblea de asociados del Colegio desde 1986 y presidente de la junta de gobierno de 1996 a 1999, donde dejó un legado fundamental para la enseñanza de las ciencias y de la Química.
Sus estudios profesionales los realizó en la facultad de Química de la UNAM, en donde se graduó de Ingeniero Químico, así como Maestro y Doctor en Ciencias Químicas, en 1977. Realizó una estancia doctoral en la Universidad de Uppsala en Suecia, donde recibió el reconocimiento Hylleraas Award.
Tuvo una larga trayectoria como profesor e investigador en la Facultad de Química de la UNAM, de la que fue su director de 1993 a 1997. Desde 1984 se dedicó a la investigación de la didáctica de la ciencia y la química, convirtiéndose en un promotor de la metodología vanguardista de Conocimiento Pedagógico del Contenido.
Durante su carrera profesional tuvo importantes estancias en la Universidad de Leeds, en Gran Bretaña, y en las universidades de Valencia y de Extremadura, en España. Escribió más de 150 artículos y capítulos en libros, así como varios libros de texto en México y Estados Unidos. Su labor editorial se completó con la dirección de la revista Educación Química, que recientemente cumplió 25 años y que desde el 2010 está indizada en la base bibliográfica y hemerográfica científica Scopus.
Su labor académica fue ampliamente reconocida con varios premios como:El premio Nacional de Química "Andrés Manuel del Río" en 1988. Premio “Ernesto Ríos del Castillo”, del Colegio Nacional de Ingenieros Químicos y Químicos en 1995. “Premio Universidad Nacional en Docencia en Ciencias Naturales, en 1996 y el reconocimiento de la Academia Mexicana de Profesores de Ciencias Naturales «Por su incansable labor en pro de la educación científica en México e Iberoamérica». Finalmente podemos decir que el Doctor Andoni Garritz fue Académico de Número en la Academia de Ingeniería desde 1986 y miembro del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos de la UNAM desde 2007.
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La maestra Revaque sin duda fue uno de los maestros que dejo huella en sus alumnos, me atrevería a decir sin excepción, por ser buena impartiendo la materia de Anatomía Humana, por su personalidad y por el trato peculiar con sus alumnos (se divertía mucho con el comportamiento adolescente).
A la fecha, cuando nos reunimos los que tuvimos el placer de conocerla la recordamos con gusto y no hay quien no tenga una anécdota vivida con ella.
Era una mujer distinguida, elegante, impecable de imagen, erguida al caminar y sonriente. Al entrar al salón imponía y todos guardábamos silencio de inmediato, sabíamos que debíamos comportarnos y estudiar porque en cualquier momento podíamos ser blanco de sus preguntas o bromas “exprime la toronja que tienes por cabeza” jajaja.
Siempre acompañada de su esqueleto Juanito (que debíamos respetar) sus clases eran entendidas y entretenidas porque los temas eran acompañados de ejemplos o historias interesantes sumado a que era una gran dibujante del cuerpo humano nos mantenía atentos, fueron sus bases para que aprendiéramos la materia, claro sin olvidar que era exigente con las tareas y sus exámenes eran difíciles.
Fuera del salón de clases empática, buena oyente y contundente con sus comentarios la hacían una buena consejera.
En lo personal la huella que me dejo perduraría no sólo a lo largo de mis estudios en la facultad de medicina, sino porque formó parte de mi transformación hacia mi identidad e independencia que con lleva la última etapa de la adolescencia.
¡Gracias maestra Revaque!
El Maestro Gorráez, fue uno de los primeros maestros mexicanos en formar parte de la plantilla docente del Colegio Madrid. De formación militar, le fue recomendado al director de la Institución como maestro de Educación Física por un profesor de esgrima.
En la entrevista realizada para el Museo de Memoria Histórica del Colegio Madrid en 2011 nos cuenta que para él fue importante “la mística y el milagro de la enseñanza que constituía el proyecto educativo de los maestros exiliados españoles “. Era un convencido de una conducta basada en la disciplina tanto de maestros como de alumnos, en lo que coincidía con el Director General Jesús Revaque. Destaca la importancia de la libertad de pensamiento, el respeto por todas las creencias y fomentar la necesidad de aprender.
Nos relata la influencia que tuvo el Colegio sobre otras escuelas oficiales de la zona ya que el profesor Constantino Betancourt, inspector oficial de la zona, implantó la elaboración de “viñetas” en todas las escuelas primarias de la SEP a cargo de su supervisión.
Promovió la asistencia de los alumnos a los servicios cívicos mexicanos (aniversario de la Independencia, la Revolución y el natalicio de Benito Juárez entre otros) y la conmemoración de la República Española el 14 de abril. Organizó salidas extraescolares de tipo cultural incluso al extranjero además de los célebres festivales de final de curso.
El Colegio, le brindó la oportunidad de desarrollarse como profesor, esto lo agradeció permaneciendo en el plantel en una etapa muy difícil cuando se acabó el subsidio del Ministerio de Educación de la República Española en el exilio y el Colegio se vio en problemas económicos, ya que se vio dependiendo únicamente de las cuotas de los alumnos, muchos profesores se fueron y los que se quedaron vieron reducido su salario.
Al maestro Gorráez, le debe el Colegio el desarrollo de las áreas de Educación Física y Deportes. Los profesores españoles no tenían muy presentes éstas disciplinas y aunado a la falta de financiación económica, restringían los deportes a tablas de ejercicios físicos.
Él convenció al Director de dejarle espacios para practicar atletismo, voleibol, futbol y básquetbol, inclusive haciendo canchas rudimentarias en los espacios en que se podía.
Con estas instalaciones deficientes, mucho coraje y trabajo, impulsó la competición de alumnos a nivel intercolegial, ganando en muchas disciplinas como atestiguan una gran cantidad de trofeos que aun se exhiben en el Colegio.
Se va del Colegio llamado por el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de México 68, al finalizar estos y hasta su retiro trabaja en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE).
Fue un profesor muy controvertido, muchos de los estudiantes disfrutaban sus clases y otros resentían un poco la férrea disciplina con que las impartía, lo que hizo que ninguno de ellos lo pueda olvidar.
MAESTRO DE TODOS
El maestro Revaque fue elegido para dirigir y desarrollar el proyecto de Colegio Madrid, la última escuela que fundó el exilio en México. La designación no fue fortuita, ya que sus credenciales como director de escuela en Santander, maestro republicano con ideario de la Institución Libre de Enseñanza y el Instituto Escuela acreditaban con creces su elección. Actualizado en el pensamiento de la Escuela Nueva, de Decroly, de Freinet y Montessori, (producto de sus estancias en los países europeos que iban a la vanguardia en la educación) añadían un valor agregado al proyecto del Colegio.
Los principios y el plan de trabajo que propuso en el proyecto original provenían del proyecto educativo republicano. Para aplicarlo, Revaque seleccionó a los mejores profesores exiliados de preescolar y primaria. La colaboración con los maestros fue uno de los principios que rigieron el trabajo para lograr los objetivos que favorecieran la formación integral del niño.
El maestro Revaque nunca impartió clase a un grupo en particular, aunque intervenía en el proceso educativo al observar y reflexionar con los profesores las acciones llevadas a cabo, los resultados obtenidos y cómo optimizarlos.
Le importaba cómo y en que forma aprendían los alumnos dentro de un marco de convivencia en el que se sintieran libres. En el Colegio nunca se habló de afiliación política ni de partidos, ¡todos éramos republicanos! y además, ¡todos éramos mexicanos!
Siempre favoreció la incorporación al sistema educativo mexicano cumpliendo con todas sus normativas lo cual sigue vigente hasta la fecha..
Todos los maestros y alumnos le tenían mucho respeto. Cuando se fundaron la secundaria y la preparatoria, él visitaba con frecuencia ambas secciones y si en algún grupo había faltado el maestro, entraba para hablar con los alumnos y ponerles alguna actividad. Todos recuerdan la pregunta que contestábamos a coro: ¿cómo se a prende a escribir?, ¡Escribiendo!, y ¿a leer?, ¡Leyendo!
Para el maestro Revaque el Colegio Madrid fue la oportunidad de poner en práctica las ideas educativas que fueron el eje de su pensamiento y que el triunfo del fascismo impidio que las pudiera aplicar en su España natal.
Querido Cole: recordarás los ya, muy lejanos inicios del año 53.
Aunque no eras de mi agrado, vi por primera vez tus jardines por imposición...me esperaba un mundo lleno de sorpresas. Se me abrieron tus puertas de hierro, seguramente de fabricación francesa, como se estilaba en los años de la dictadura Porfiriana. Miré fijamente el letrero que se presentó sobre mi cabeza...un letrero arqueado, en el que albergaba las palabras: Colegio Madrid...eran minutos antes de las 8 de la mañana. Por vez primera, pisé tu camino asfaltado, flanqueado por hermosos jardines, que daban vida a enormes fresnos y a cuidados rosales.
Un señor de grandes manos, tomó la mía, y con voz de trueno, me dio la bienvenida y me enfiló hacia el bello edificio, que otrora fuera el hogar de José Ives Limantour, designado Secretario de Hacienda y Crédito Público, por el presidente: Porfirio Díaz. Me dejó en una de las filas de alumnos, prestos a entrar al salón de clases. Era la de sexto de primaria. Fuiste testigo, de aquel niño con rostro angustiado y lleno de imágenes deleznables; producto de monjas y señores de oscuros trajes y rosario al cuello. De colegios confesionales que también habían hecho huella de mi imagen en casa...te pregunté, si contigo sería lo mismo.
Subí por una escalera majestuosa de madera. Me invitaron a sentarme en uno de los lugares de una pequeña mesa para cuatro chicos...entre otros Manuel San Vicente Fernández y Roberto Martín Juez, me dieron su mano.
Escuché la primera orden de inicio de clases. ¡ A la fila con la caligrafía y la tarea! Voz enérgica, emitida por un señor de bata blanca, cabello escaso del mismo tono, entrado en años y de aspecto impecable y venerable sin lugar a dudas.
Miradas inquisidoras de los que después serían, mis queridos amigos y compañeros...me indicaron con rapidez y lejos de la mirada del profesor, cuál era el mecanismo.
Nunca olvidaré esa ordenada fila de chicos con rostros prestos al combate de conocimientos, y a ocupar la mejor posición...que sería el orgullo de su persona, sin que mediaran oraciones y rezos...empecé a respirar a grandes bocanadas los aires de libertad.
Recordarás las hermosas mañanas en tu compañía, leyendo a diario el registro del termómetro, y anotarlo junto a la viñeta con la fecha y el tiempo que imperaba. Las llegadas mañaneras a tu casa, ya no eran de angustia y zozobra...eran a llegar al reto, al combate diario y llenarse de conocimientos, que serían las armas para hacer frente al futuro. Era el disfrutar con admiración y respeto al gran señor de bata blanca, que con grandeza y cariño, a diario nos nutria de conocimientos, envueltos en el combate que en adelante nos acompañaría en la vida.
Recuerda que te narraba como llegaba a casa con la alegría, otrora perdida...y que empecé a usar la fila imaginaria de combate en casa con la familia, para ganarme mi lugar también perdido por aquellos años negros llenos de angustia.
Querido cole: ese gran señor de cabello escaso, blanco y de figura venerable, me llenó de espíritu combativo impregnado de nobleza.
Ese: ¡a la fila!, ha sido mi estandarte ante la vida. Ese estandarte que lleva el nombre de aquel gran señor, y que alberga mi corazón. Ese gran señor se llama: José Albert Rico... ¡gracias gran señor! Que también me llenó de alegría y me cambió la vida.
Querido cole, recordarás un claro día, frente a tú edificio y a la placa de despedida que ya ocupaba tú pared, y que rezaba: “Con Agradecimiento al Colegio Madrid, Generación 58”...era la despedida. Ese mismo día, me prometí regresar, a darte las gracias y colocar otra placa, reunir a mis compañeros de clases y recordar a Don José Albert Rico.
Querido Colegio Madrid: me falta uno de estos compromisos: ir de nueva cuenta ¡a la fila!...ahora a honrar el recuerdo de aquel maravilloso gran señor: Profesor José Albert Rico.
José Raúl Villarreal Oyanguren.
Alumno de 6o grado 1953.
El Maestro Castillo fue un profesor inolvidable, entró al Colegio Madrid cuando se inició la secundaria para impartir Historia Universal y Geografía, posteriormente al fundarse la preparatoria fue nombrado Director de esta Sección, cargo que desempeñó hasta 1971, en que se le eligió para el puesto de Director General.
Recuerdo a una persona alta, un poco fornida, con unos lentes con cristales gruesos, nariz aguileña y peinado para atrás con un cigarro puro, la mayoría de las veces apagado, un poco desaliñado, siempre vestido de traje.
Mesurado, inteligente, cariñoso y serio, toda su vida era la docencia. Soltero pero siempre rodeado de chicos que ponían a prueba su paciencia.
Una de sus mejores cualidades era el saber escuchar, siempre lo hacía atentamente y cuando hablaba, aunque no era muy pródigo en las palabras, su respuesta contenía el consejo que el alumno había ido a buscar y era despedido con una cariñosa palmada en la nuca y la expresión ¡anda!, ¡anda!.
Todo el mundo lo respetaba y lo quería, profesores, trabajadores y alumnos.
Como profesor de historia era un apasionado admirador de Napoleón y narraba de una forma excelente las batallas. En la Guerra Civil Española se enroló en el cuerpo de artilleros.,
Disfrutaba mucho de organizar las graduaciones e instruía a los alumnos que terminaban sus estudios a bajar marcialmente la escalera del salón al compás de la marcha triunfal de Aída.
Entre las anécdotas que se recuerdan de él, hay una en la que ya siendo Director General fue a la Sección de Preparatoria (la que visitaba con frecuencia) y encontró en la calle, afuera de la puerta a una niña apoyada en un coche, de inmediato tomándola por el brazo la metió al plantel y se dirigió a la dirección, en donde muy molesto le preguntó a la directora que hacía esa niña fuera de clase. La directora y la secretaria miraron a la niña que lloraba y al mismo tiempo cruzaron un gesto de interrogación puesto que no la conocían. La directora le preguntó a la niña que por qué lloraba, esta le dijo entre sollozos que estaba esperando en la calle a una amiga, cuando apareció un señor que la cogió del brazo y la metió en la escuela, de la cual ella no era alumna. Asombrado el maestro Castillo le preguntó a la niña, ¿pero tu estudias verdad?, al contestar que sí, le dijo muy serio ”bueno entonces de todas maneras te estás volando las clases”.
Era una persona que predicaba con el ejemplo , era el primero en llegar y el último en irse, sumamente conciliador, prudente y muy sensible a los problemas personales de todos los miembros de la comunidad. Como maestro fue un referente de todos los que nos dedicamos a la docencia.
Siendo Director General, organizó la llegada de los niños exiliados sudamericanos al Colegio, con la misma disposición que tuvo México para los niños españoles.
El Maestro Castillo nos enseñó, lo que es un profesor y una buena persona en toda la extensión de la palabra. ¡NUNCA LO OLVIDAREMOS!
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Nació en el pueblo de Madridejos, provincia de Toledo el 15 de mayo de 1892. Allí estudió la primaria. Para el bachillerato se trasladó a Toledo, ingresando posteriormente a la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos en Madrid. Inicia su carrera política acompañando a Manuel Azaña durante su candidatura a diputado. Fue Don Miguel de Unamuno quien los presentó.
Secretario General de Acción Republicana de la que fue uno de los fundadores, la que se convirtió en Izquierda Republicana. En los años 1931 y 1932 fue Gobernador Civil de Badajoz y de Zaragoza.
En 1933 director general de Montes, Caza y Pesca. En las elecciones de 1936 es elegido Diputado a Cortes por Toledo. El gabinete republicano le da la responsabilidad de la dirección general de Agricultura donde impulsa con gran fuerza la Reforma Agraria.
Durante la dictadura de Primo de Rivera es “invitado” a salir de España por no aceptar a un familiar del dictador en la Escuela de Ingenieros. Eso lo lleva a pasar un tiempo en Francia.
En los años de la guerra, acompaña el derrotero del gobierno de la República que pasa de Madrid a Valencia y de allí a Barcelona, para después salir a Francia. La familia ya estaba separada en el exilio. Su mujer en París con la familia Gaos y los hijos en diversas ciudades de Bélgica al recaudo de familias o en el Home Espagnol de Rixensart. Conseguidos los pasajes para México, la familia se vuelve a reunir y realizan este prolongado viaje. A poco de llegar al país, pierde a la hija mayor.
Su primer trabajo en México fue la venta de tomates en La Merced. Tomates que no eran suyos.
Siguió participando con el gobierno en el exilio, siendo diputado a Cortes. Esta diputación sesionaba en el recinto de Donceles, hoy Asamblea Legislativa.
Durante muchos años se dedicó a atender un taller de vestidos para niñas en sociedad con su hija Sacramento y su hijo Manuel. Tuvo ofertas de trabajo en Chapingo que prefirió no aceptar y decidió ocuparse en dar clases de Matemáticas en la preparatoria del Colegio Madrid.
Fallece el 10 de marzo de 1976 en México.
Si hay que describir a Don Manuel solo harían falta dos palabras:
Honradez y Congruencia.
Lucho por sus ideales dejando una vida cómoda en España.
Sus clases de matemáticas provocaron que muchos de sus alumnos siguieran estudios profesionales en esa materia. Las lecciones eran amenas y él las hacía memorables al pasar lista y confundir los nombres de los alumnos con los de sus parientes que habían sido sus amigos. Disfrutaba enormemente reconocer en los jóvenes alumnos, a los hijos o nietos de otros exiliados, compañeros de batallas.
Gran aficionado, a través de la televisión, al futbol, el box y los toros. Su equipo era el Necaxa.
De él se hizo famosa una frase que decía en clase cuando alguien solicitaba pasar al pizarrón y desconocía la respuesta: “ha perdido usted una bella oportunidad de quedarse callado...”
Se retiró de la docencia pocos meses antes de fallecer debido a la pérdida casi total de la vista. Eso lo disminuyó mucho y seguramente aceleró su partida.
Sus años de maestro en el Colegio Madrid fueron para él de mucha alegría. Perdida la guerra y perdida la Patria, el Colegio representó la vuelta a los ideales republicanos.
COMPOSITOR, PIANISTA, PINTOR Y MAESTRO
11 de marzo 1900, Peñarroya, Córdoba, España 2 de junio 1971, Ciudad de México.
A los 17 años, estudió dibujo, pintura y piano en Madrid ,España. Como estaba en edad de hacer el Servicio Militar, fue reclutado en el Regimiento Granada Número 34 de Sevilla. En el año 1924, fue enviado como expedicionario con su Unidad a África. Fue sobreviviente de los defensores de Tetuán. Al regresar a España se casó con Gloria Fernández Brosoise. De recién casados, junto con sus suegros, trasladaron su residencia a Málaga. Ahí nacieron sus tres primeros hijos: Marcial, Gloria y Alicia; Azucena nacería después, cuando tuvieron que exiliarse en México.
En Málaga continuó sus estudios de artes plásticas en la Academia de Pintura de San Telmo y en 1934 se tituló como Profesor de Piano en el Conservatorio de Málaga. Estudiante destacado, tuvo a su cargo la Dirección de la Orquesta del Conservatorio y fue nombrado Presidente de la Federación Universitaria de Estudiantes (FUE).
También fue Secretario General del Consejo Provincial del Partido Izquierda Republicana de Málaga, fundado por Don Manuel Azaña Díaz, cuya ideología era liberal. Por sus dotes personales fue nombrado Secretario del Gobierno Civil de Málaga con dos Gobernadores y Gobernador interino entre Gobernadores. Republicano por convicción, desde el inicio de la insurrección militar en contra de la II República, se alistó en la 32 División del Ejército del Este y luchó por su patria defendiendo sus ideales: democracia, libertad, igualdad y justicia. Tras la derrota del Ejército republicano, cruzó la frontera francesa con la 32 División (última en salir de territorio español) misma que fue recluida en campos de concentración en los que Marcial estuvo desde febrero hasta junio de 1939.Gracias a la generosidad del Presidente Lázaro Cárdenas y el pueblo de México, que fraternalmente, abrieron los brazos a aquellos españoles que, en su patria, habían luchado por sus ideales y que, por esa causa estaban siendo perseguidos y asesinados, salvó su vida y la de los suyos: zarpó de Burdeos, con toda su familia, en el vapor Ipanema, con destino a México. Llegaron a Veracruz, el 7 de julio de 1939.
La pérdida de su país no lo derrotó y en México inició una nueva vida como compositor, maestro de piano (fundó su propia academia) e impartió la materia de Educación Musical en los colegios del exilio español: Colegio Madrid e Instituto Luis Vives, durante más de 20 años y de Artes Plásticas en primarias y secundarias oficiales.
Compositor prolífico, compuso: pasodobles, sevillanas, malagueñas, sonatas, sonatinas, marchas e himnos. Realizó infinidad de arreglos de danzas y canciones populares españolas y mexicanas. Es autor de la música y la letra de los Himnos tanto del Colegio Madrid como del Instituto Luis Vives y autor de la letra del Himno Republicano Español que, hoy en día, seguimos cantando en los colegios españoles de México.
Como pintor, sus cuadros siempre recuerdan a España, recrean la luz tan característica de Andalucía.
Las personas que lo conocieron lo recuerdan con amor: por su simpatía, amabilidad, compromiso, responsabilidad, alegría, compañerismo y cariño.
María Leal fue Maestra, Directora de la Primaria y Directora General del Colegio Madrid.
Como no recordarla paseando por los patios del Colegio, con los brazos cruzados en la espalda, recta mostrando su fuerte personalidad, su gran capacidad de observación, miraba todo con atención: alumnos, maestros, salones de clase, se acercaba a unos y a otros para hacer preguntas e interesarse por el momento.
Como Maestra era exigente, pero tolerante con aquellas alumnas que mostraban alguna dificultad en algún tema, acercándose y en forma personal resolver las dudas; para ella era importante que hubiera una amplia comprensión de lo que explicaba.
Daba gran importancia al cálculo mental y a la expresión oral y escrita, motivando la participación de todas las alumnas.
Como Directora mostraba una gran sensibilidad ante los problemas personales de alumnos, maestros y padres de familia, quienes se acercaban a ella a pesar de que daba la impresión de una mujer rígida, sabían que podían contar con su apoyo, con su consejo o sugerencias, que dada su vasta experiencia, resultaban de incalculable valor.
No era raro que de repente se presentara en un salón de clases y preguntara a los alumnos qué estaban haciendo y partir de ese tema, pidiendo antes autorización al maestro, trabajar con los chicos y mostrar al maestro una opción diferente para trabajar ese tema, otra metodología y comprobar el avance del grupo en general.
Mostraba siempre un gran respeto tanto por el trabajo de los alumnos como por el de los maestros, jamás corregía marcando, señalando de una manera invasiva el texto, sino de una manera discreta señalaba en los cuadernos de los alumnos el error y en los de los maestros colocando un papel en la página y después comentando de manera personal el error.
Poseía una gran capacidad para captar la atención de alumnos, padres de familia y maestros cuando hablaba, ya sea de manera informal en el patio o en una reunión perfectamente estructurada.
Siempre escuchaba con atención la postura del otro para luego dar su opinión.
Fue formadora de maestras en las que con su ejemplo mostró el modelo Colegio Madrid tanto en la parte académica como en la parte emocional.
Los recuerdos de mi niñez y adolescencia están siempre ligados al Colegio Madrid. Tuve la suerte de que mis padres nos inscribieran a mi hermana mayor y a mí en dicho Colegio tan pronto se fundó en el año 1941; ella tenía 5 años y yo apenas 3 y fuimos inscritas en maternal.
Catorce años después, en Noviembre de 1955, salía yo de segundo año de preparatoria, lista para ingresar al año siguiente en la UNAM. Durante esos años, se formó una profunda relación entre alumnos y profesores que, aún hoy en día se conserva entre los que han sobrevivido. Todos habíamos nacido en España, profesores, alumnos y empleados y los costos de operación eran solventados con dinero de la República.
Los alumnos comíamos en la escuela y se nos proporcionaba material y alimentos gratuitamente. A partir de 1943, el Colegio comenzó a recibir aportaciones voluntarias de los padres que ya tenían posibilidades económicas mejores.
En esos años, disfruté enormemente de la vida y recibí una educación que se puede considerar privilegiada, dada la gran calidad de la mayoría del plantel del profesorado. La dirección del Colegio la ejercía el profesor Don Jesús Revaque y tuve la fortuna de cursar toda la Primaria (6 años) con la profesora María Monte, esposa de Don Jesús y que fue la persona que, considero, tuvo la mayor influencia en mi formación.
En la década de los años 60 del siglo XX, el quinto año de primaria era el más difícil de esa etapa escolar, de alguna forma se introducían nuevos elementos y conceptos en la instrucción; sin embargo, yo lo recuerdo como uno de los más placenteros y nada complicado gracias a que lo llevé con la maestra María Riera.
Era una mujer nacida en la provincia de Gerona, Cataluña, no muy alta y más bien llenita, suficientemente mayor para quedar en mi recuerdo como la entrañable y dulce figura de la abuela por excelencia. Derramaba simpatía y afabilidad que se equilibraban de una manera impresionante con un carácter fuerte.
Creo que este era su secreto para lograr mantener en perfecta disciplina y respeto, siempre prestándole atención, a un grupo de alrededor de 30 niñas entre los 10 y los 12 años.
Una de las cosas que más le agradezco aún a esta maestra, es la forma en que nos ayudó a valorar nuestras raíces españolas, al tiempo que nos trasmitió un enorme orgullo de haber nacido en este país maravilloso que es México. Lo que, por lo menos en mi caso, contribuyó en gran medida a facilitarme una integración real y sólida al nuevo mundo que habitaban mis padres. Y me permitió no sentirme nunca transterrada.
Aprendimos mucho ese año, el aprovechamiento del grupo y el consiguiente buen desempeño en el siguiente fueron bastante parejos en todas las alumnas, lo que a mi manera de ver, resume la valía y la vocación por la enseñanza de esta maestra. Aunadas al grato recuerdo que compartimos todas las generaciones que pasamos por su aula.
Nació en Melilla, ubicada en el Norte de África, el 9 de Diciembre de 1925. En aquella época Melilla era provincia de Málaga, hoy es ciudad autónoma pero sigue siendo propiedad de España.
Fue la menor de ocho hermanos y siempre, familia y amistades la hemos llamado Maruja.
Con año y medio su familia se fue a vivir, por el trabajo de su padre, a la población de Villa Sanjurjo, entonces parte de Marruecos español, hoy llamada Alhucema. Tenía trece años y estudiaba el tercer año de Bachillerato, que entonces era de siete años, cuando su padre falleció de un infarto. Maruja entonces se encargó de llevar las cuentas del negocio familiar mientras continuaba estudiando por su cuenta, hasta terminar el Bachillerato. Para obtener el título de Bachiller viajó a Melilla, donde presentó exámenes de revalidación de las materias. Llegaban personas de muchos lugares a examinarse. Los exámenes tenían un alto grado de dificultad, ella los pasó en el primer intento.
Viviendo en Melilla con su madre, estudió por su cuenta las materias que necesitaba para examinarse en la Escuela Normal de Maestros y sacar la carrera del Magisterio Nacional.
Ante sinodales en Granada en 1948, se presentó a exámenes públicos, escritos, orales y de prácticas ante grupo. Había 400 aspirantes, Maruja entre ellos, compitiendo por 40 plazas de maestros. Maruja obtuvo el segundo lugar, le dieron el título que conserva de Maestra de Primera Enseñanza, y pudo escoger el pueblo a donde irse a enseñar: “pueblos en la sierra, sin calefacción ni agua corriente, pero con gente muy buena”.
En 1957 a instancias de un hermano, se vino con su madre a México. El director del Colegio Madrid, Maestro Jesús Revaque le abrió las puertas de la institución y la Maestra María Leal, Directora de la Primaria, la ayudó a sentirse en su casa.
Fue maestra de grupo en diferentes grados hasta que en 1980 le dieron la coordinación de Español en los 30 grupos que tenía la Primaria. Entonces, dos o tres veces al día impartía cursos en grupos diferentes, de lectura en silencio, expresión oral, trabajo en equipo, análisis de lectura en libros atractivos para la edad del alumno.
En eso estuvo trabajando hasta que se jubiló en febrero de 1991.
Al entrevistarla me dijo que ella al principio no quería ser maestra, pero que luego, “es un trabajo tan noble” que le gustó muchísimo y no había orgullo mayor para ella que el que le reconocieran su labor. Conserva el cariño y amistad de las maestras a las que supervisó y varios diplomas otorgados por las inspecciones de la SEP y por el mismo colegio, donde las generaciones pasadas y futuras le agradecen su trabajo.
Decidir cuál fue tu maestro favorito es imposible, así que escogí a la Maestra Pilar García Fabregat principalmente por sus conocimientos, además de su carácter vivaz y alegre. Recuerdo que nos tenía a todos los alumnos apaciguados y a veces aterrorizados, sin tener que borrar su gesto sonriente; una sonrisa que no siempre era señal de que nos fuera a felicitar, pero aun cuando nos reñía, lo hacía con humor, quizás humor negro, pero humor al fin y al cabo.
Fuimos su segunda generación como maestra de la preparatoria, así que nos separaban pocos años de edad. Impartía Historia de México Independiente y su clase era muy entretenida, dinámica y llena de anécdotas que atraían nuestra atención. El caso es que prácticamente a todos nos caía bien.Recuerdo que cuando estaba en primero de preparatoria y los de segundo iban a tener examen se enteraba todo el mundo, pues todos los recreos estaban con el libro recitándoselos unos a otros.
Desde luego su capacidad para poner orden y ser simpática al mismo tiempo, es algo que admiré y envidié, sobre todo cuando inicié mis cursos como maestra de Historia y me di cuenta que lo que hacia la maestra Pilar “era todo un arte”.
Creo que es importante que una persona tan valiosa forme hoy parte de la Asamblea de Socios del Colegio Madrid A.C.
Las veces que he tenido el gusto de encontrármela, me impresiona como se ha conservado, no me refiero al físico ( que a todos nos pasa factura) sino al carácter, puesto que en el momento que te saluda, ahí está la Pilar de siempre, alegre y afectuosa.
Pilar Santiago Bilbao era el nombre de soltera de la maestra Pilar Trueta, tomó el apellido de su marido, Rafael Trueta al contraer matrimonio. Nació en Palencia, España en 1914 y murió en Barcelona en 1998.
Cuando era niña la familia se trasladó a Barcelona. Su padre comenzó a dirigir el Ateneo Obrero del barrio. Estos ateneos surgieron en el siglo XIX como un intento de llevar la cultura a los más desfavorecidos. En él se impartían clases de diferentes expresiones artísticas y se alfabetizaba a la población que lo requería. En este Ateneo Pilar cursó la primaria. En él la educación estaba basada en las teorías de La Escuela Moderna, por lo tanto los alumnos, entre otras cosas, eran responsables de un huerto, en el cual se les enseñaba principios de botánica, tenían además una compañía de teatro, hacían deporte y excursiones. En los Ateneos estaba implantada la coeducación de los alumnos y alumnas.
Estudió en la Escuela de Magisterio de Barcelona y a los 18 años comenzó a trabajar en una escuela de Lérida (Cataluña). En esta etapa de su vida combina la docencia con la militancia política uniéndose a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza. En 1937, en medio de la guerra civil, es enviada a Lyon, Francia como profesora de un grupo de 60 niños. Este proyecto se llamaba “La Infancia Evacuada” en la cual sacaban a los niños del país para protegerlos de los bombardeos. Después de vivir un tiempo en París, en 1937 se traslada a México con su marido.
A pesar de su formación, el primer trabajo que tuvo en México fue de costurera. Ingresó al Colegio Madrid en 1950 como profesora de Artes Plásticas y de Historia. En sus clases relacionaba la asignatura que impartía con la vida cotidiana, sobre todo con los derechos humanos y la realidad social del país. Echaba mano de todo tipo de recursos didácticos como cuadros sinópticos, esquemas o dibujos. Como era una excelente pintora, dibujaba en cada clase mapas históricos y edificios utilizando sólo gises de colores. Los alumnos debían copiar los mapas y entregárselos, ya que eran calificados. Con estos pequeños trabajos se conseguía lo que Pilar llamaba “puntos económicos”, que servían para subir la calificación. Creía sin duda alguna en la evaluación continua.
Su práctica pedagógica se basaba en todo lo que había aprendido en sus años de juventud, primero como alumna con la Escuela Moderna, y luego como docente, con la Institución Libre de Enseñanza. Estaba convencida de que la educación debía ser laica e integral. Había que formar personas cultas, sensibles a odo tipo de expresiones artísticas, individuos críticos ante una sociedad llena de injusticias y personas que supieran defender sus ideas debatiendo.
Nace en Madrid el 12 de noviembre de 1913, ciudad en la que estudia en la Normal de Maestros, título que refrenda en México en 1952.
Fue profesora fundadora del Colegio Madrid, Directora de la Primaria y Asesora de la Dirección General.
Era impresionante oír como pronunciaba el español, utilizando correctamente los sonidos de cada letra; que fácil resultaba como alumna no tener faltas de ortografía en sus dictados, bastaba con prestar atención a su pronunciación.
Como Directora de la Primaria, era muy sencillo para los maestros acercarse a ella pidiendo su apoyo sobre algún tema, ya que poseía una amplia cultura, producto de una gran dedicación a la lectura, tenía conocimientos de muchos y variados temas que compartía siempre con una gran sencillez sin hacer el más mínimo alarde de ello.
Elaboró para el Colegio unos libros primero sobre la Guerra Civil Española, el exilio y la fundación del Colegio que más tarde se completarían con una breve semblanza de las culturas prehispánicas y que con el título de Cultura Iberoamericana fueron la base para las últimas clases que impartió en quinto y sexto de Primaria antes de su jubilación en 1985.
Nació en Madrid en 1914, licenciado en Ciencias Exactas, presentó y ganó a las oposiciones al Instituto, pero al estallar la Guerra Civil se alistó como voluntario en el Ejército Republicano. Con apenas 22 años fue nombrado Teniente de Ingenieros participando de inmediato en el frente de Madrid.
Al perder el bando republicano, deja España caminando a través de los Pirineos, llegó al Campo de Concentración No. 17 en una playa en Francia. Llega a México en el primer barco, el SINAIA que los traería a México, arribando al Puerto de Veracruz el 13 de junio de 1939.
En el barco conoce al astrónomo Marcelo Santaló Sors (que también sería su compañero en el Colegio Madrid),con el que escribió numerosos textos para la enseñanza de las matemáticas a nivel secundaria y preparatoria.
Fue maestro fundador de la secundaria y preparatoria del Colegio Madrid y durante un tiempo sub‐director de la secundaria.
A sus alumnos les consta que siempre llevaba sus clases bien preparadas, usaba de forma ordenada el pizarrón con un lápiz para soportar el gis, pasaba lista todos los días a sus alumnos y recordaba sus nombres y dos apellidos, nunca faltaba ni llegaba tarde y cuando hacía examen, al día siguiente entregaba los exámenes calificados. Era exigente, pero justo y muchos de sus alumnos empezaron a reconciliarse con los números después de haber llevado clases con él.
Era un maestro que imponía respeto, al mismo tiempo era muy afable con los alumnos y le interesaba mucho que aprendieran. Muchos de esos alumnos recuerdan sus clases y no lo olvidan.
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