A inicios de la década de los ochenta el Colegio Madrid, bajo la dirección de Cristina Barros, se inició el proyecto de Alfabetización y educación para adultos  como una de las labores sociales y pedagógicas más importantes que ha definido, en poco más de treinta años, el compromiso social que tiene la comunidad del Madrid con el país.

Sin embargo, llevar a cabo esta labor, requiere de un gran esfuerzo y compromiso. Primero, es necesario realizar una precampaña donde se capacita a los futuros alfabetizadores y donde los coordinadores delinean las estrategias a seguir; este es el momento en el que se conforma y consolida el grupo para trabajar meses después en campo. Más adelante, ya en las comunidades, se inicia la alfabetización; aquí es donde se confrontan los paradigmas con la realidad y sobre todo, donde la conciencia social duele un poco más. Por último, ya de regreso a la ciudad, se hace la postcampaña donde se evalúan los logros, se realizan los ajustes necesarios para el siguiente año y se deja encendida la llama de la esperanza.

A poco más de treinta años, el proyecto ha tenido dos objetivos fundamentales: uno evidente y explícito, que es despertar la curiosidad por el conocimiento en las comunidades a las que se asiste a dar las clases, ya sea para alfabetizar o para ayudar a terminar alguno de los grados de la educación básica. Y otro, un poco implícito, que contempla la formación integral de los alumnos que van a dar las clases, valor fundamental para los principios del Colegio.

Además, en el camino, se han ido perfilando principios y métodos que hacen de la alfabetización del Colegio Madrid, una de las más consolidadas en su tipo. Más de tres décadas practicando la “educación liberadora” como la definiría Freire en su momento.