Los egresados de la preparatoria del Colegio siguen estudios superiores en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o en el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Algunos de ellos aun antes de terminar la carrera regresan al Colegio para dar clases primero en la secundaria y después en la preparatoria. Ellos combinaban lo que habían aprendido del valor de ser maestro de sus profesores del Colegio con los nuevos conocimientos adquiridos en la universidad.
Exalumnos, como Manuel Meda y Felipe Nieto, contribuyeron a dar un nuevo aire a las matemáticas. Ovidio Ruíz y Antonio Capella, trataron de que los alumnos se interesaran en la física y Horacio García en que entendieran química.
En el área de humanidades, teníamos a Heidi Pereña en español y Pilar García Fabregat en historia.
Posteriormente a partir de los setentas ingresa a la preparatoria una nueva generación de exalumnos que sirven de relevo a los profesores que continúan su quehacer fuera del Colegio. Así Antonio López Quiles, Ma. Eugenia Regueiro Romero y Marilí Marquina imparten matemáticas; Jesús Vázquez Abad, Margarita Rodriguez Miaja y José Marquina (física) Francisco Barnés, José Antonio Chamizo, Joaquín Berruecos y Cesar Bárzana (química). Alicia Martínez Dorado e Iberia Blanco Sarmiento(biología); Luz Fernández, Margarita López Herranz, Diana Conde, Cristina Barros (español); Margarita Climent y Luis Herrero (derecho), Georgette Caamaño Peñas( francés), Ma. Cristina Martínez Chozas (historia), Maribel Galán y Amparo Simón,(psicología), Marta Pérez Marroig (historia) y Rosa Spriú (Geografía).
En secundaria imparten clase Ma. Luisa Capella Vizcaíno (español), Nuri Ballesté (geografía), Ramona Compte y Rosa Lapiedra (biología) y Conchita Michavila (taller).
La primaria se enriquece con maestras como: Elisa y Fina Tomé , Carmen Sahagún, Yolanda y Tere Luna , Carolina Real y Carmen Méndez Villamil.
En la sección de preescolar son educadoras: Josefa García Viveros, Manola Gallegos, Isabel Fabregat, Laura Grediaga, Amelia Cerezo, Fabiola y Conchita Ramos.
Entrar como exalumno en 1972 a dar clases de Física y Matemáticas en la preparatoria del Colegio Madrid, fue como regresar a la extensión de mi casa para compartir mis conocimientos y experiencia, así como mantener en alto los valores científico-humanistas que habían caracterizado mi aprendizaje y vivencias en mi entorno familiar, universitario y por supuesto, en el mismo colegio donde fui formando durante 13 años.
Para mí fue un proceso motivante, comprometido y profesional ya que, por un lado, me permitió tener una relación de enseñanza-aprendizaje con alumnos con los que, al no ser mucho mayor que ellos, podía establecer un lenguaje directo y claro rompiendo algunos convencionalismos académicos que yo creía que ayudarían a su formación no sólo de Física y Matemáticas sino más amplia y por otro lado, establecer una nueva relación con algunos de mis antiguos profesores que ahora eran mis compañeros y a los cuales siempre les estaré agradecido por todo lo que me enseñaron antes y en ese momento como "iguales". Tampoco olvidaré la llegada y convivencia con los excelentes alumnos refugiados de las dictaduras sudamericanas.
Claro que la labor docente no es ajena al compromiso que uno adquiere tanto personal como colectivamente por tratar de usar las herramientas que se adquiere en el día a día para vivir en un mundo mejor por lo que con varios compañeros maestros usamos la sede de la Sociedad de Exalumnos para crear grupos de trabajo para alfabetizar, dar clases de preparación en Matemáticas de los nuevos exalumnos para su ingreso a la Universidad, coordinar a varios alumnos que dieron clases de mantenimiento educativo en una secundaria después del temblor de 1985.También logramos crear, después del fracasado intento de formar un sindicato, las comisiones académicas, laborales y de presupuesto que fueron el embrión de las actuales en el Colegio.
Con el cambio de la Dirección General y de la sede de Mixcoac a la actuales instalaciones de Tlalpan un grupo de profesores que habíamos planteado durante varios años discrepancias educativas, laborales y filosóficas con la dirección nos llevó, a raíz de las decisiones tomadas por las autoridades debido al estado en que quedaron las instalaciones por el temblor de 1985, a un fuerte enfrentamiento con la directora y tomar la decisión, dolorosa pero coherente, de renunciar a seguir dando clases en 1986.
Así deje de colaborar internamente con el Colegio aunque mi relación con muchos alumnos, trabajadores y profesores se mantiene gracias a las nuevas tecnologías pero, sin duda, por la entrañable y cariñosa amistad que se formó en esa maravillosa época.
Mi vida en el colegio Madrid
Unos amigos de mi padre le recomendaron el Colegio Madrid como la mejor institución para la formación e instrucción de sus hijas Pilar y Mercedes. Fuimos inscritas en tercero y segundo año de primaria, respectivamente.
Quién me iba a decir que a partir de ese momento toda mi vida se encontraría ligada a esta institución de la que nunca he podido ni he querido vivir alejada. De los mejores momentos, de las amistadas para toda la vida, de los recuerdos hermosos de niñez y juventud, de trabajo y sobre todo de una formación que me ha servido siempre para sentirme orgullosa de mis raíces y del país donde nací.
Éramos de los pocos alumnos nacidos en México. La mayoría de mis compañeras habían nacido en España o en el exilio antes de llegar acá. Nunca se hizo ninguna diferencia entre unos y otros y siempre sentimos una gran calidez humana.
Los maestros que tuve en este colegio, eran en su mayor parte exiliados políticos. Gente con una gran preparación, y que nos enseñaban a razonar y a buscar el por qué de las cosas y no a repetir mecánicamente las lecciones.
Era una escuela distinta a las tradicionales y formaban alumnos con estas características, lo cual hacia que nuestra formación destacara y fuera no solo distinta sino que la gran mayoría de nosotros nos sentíamos felices en esta institución.
Fuimos la segunda generación que se inauguró en la secundaria y por consiguiente en la preparatoria (que en aquella época era solamente de dos años).
Al entrar a la UNAM, muchas de las cosas que no enseñaban en esa institución ya eran para nosotros cosa sabida gracias a los conocimientos adquiridos en el Colegio Madrid, lo cual nos daba una gran seguridad y facilidad para seguir adelante.
GRACIAS COLEGIO MADRID... PILAR GARCIA FABREGAT
De alumna a maestra
Era aún alumna de la UNAM cuando se me ocurrió ir de visita al Colegio Madrid para ver a mis antiguos profesores. En el patio me encontré con el maestro Jesús Revaque, director general, quien me preguntó que hacía en colegio, y que estaba estudiando. No bien acababa de contestar a su pregunta cuando me dijo que en ese momento había una plaza disponible en el Jardín de niños y que le gustaría que me quedara a trabajar en la institución. Inmediatamente me llevó con la Directora de la sección, la maestra Antonia Simón de Canut y a partir de ese momento se inició mi vida como maestra.
Quien me iba a decir que la suplencia en Jardín de Niños duraría 5 años (1959 -1963) Fui de las primeras exalumnas del colegio que regresó para trabajar como docente por un poco más de 20 años. Durante estos primeros 5 años no sólo me quedé laborando en esta sección, ya que al año siguiente de 1 a 2 de la tarde empecé a dar clases de Historia de México, y de inglés a alumnos de primaria.
Después de este tiempo ya me dediqué tiempo completo a la Preparatoria, no sólo enseñaba Historia de México, también impartía Historia Universal e Historia de la Cultura.
Años más tarde también tuve el nombramiento de coordinadora de los 5os años de Preparatoria. Además se abrió por la tarde una nueva sección escolar ,el CCH o colegio de ciencias y humanidades, dependiente también de la UNAM. Durante 6 meses anteriores a su inicio escolar, el colegio me envió a tomar un curso sobre este nuevo sistema educativo, pero fui directora solo medio año escolar, ya que mis hijos eran muy pequeños y trabajar jornada completa se me dificultaba mucho.
Cuando Alicia Martínez Dorado dejó el cargo de Directora de la sección de Preparatoria, la maestra María Leal, Cristina Barros y Antonio Junco, quienes ocupaban la Dirección General del colegio me ofrecieron la dirección de la Preparatoria.
Ocupando este cargo me tocó el cambio de instalaciones de Mixcoac a Tlalpan. Época difícil pero agradable, muy agradable, ya que había que empezar con muy poco dinero, pero con mucho empeño para sacar adelante la institución.
Absolutamente TODOS, los que laboramos aquella época en la escuela, dimos lo mejor de nosotros mismos para que ese cambio de instalaciones fuera un éxito. Y así fue.
Enero de 1981, la despedida.
Me ofrecieron el puesto de subdirectora de Revalidación en la UNAM. Acepté, pero nunca de hecho he dejado al Colegio Madrid. Sigo unida a él y seguiré mientras pueda.
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